jueves, 17 de junio de 2010

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Viniste a mí y comprendí que era el principio de algo único. Tus ojos me miraron y pude verme en ellos. Sentí que realmente me querías. Vi el verdadero sentido de la vida. No precisé de palabras para entenderte... Y sentí la alegría de querer sin tiempo ni medida.

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